La autarquía venezolana como medio para salir de la crisis venezolana

 En medio de las sanciones por la inhabilitación de la principal candidata opositora, María Corina Machado, el régimen de Maduro ha llamado a la autarquía venezolana como una medida para garantizar la subsistencia en un país sumido en una profunda crisis. 

El régimen de Maduro ha contribuido significativamente al deterioro de la economía venezolana a lo largo de los años, con políticas erráticas que han llevado al colapso de sectores clave como el petrolero, la principal fuente de ingresos del país.

Sin embargo, esta propuesta plantea interrogantes sobre su viabilidad y efectividad, especialmente considerando el historial del mismo régimen en cuanto a su manejo de la economía nacional.

La autarquía, entendida como la capacidad de un país para autoabastecerse en términos económicos, se presenta como una alternativa en un contexto marcado por sanciones internacionales y una aguda escasez de recursos. 

En teoría, la autarquía podría permitir a Venezuela reducir su dependencia de las importaciones y fortalecer su producción interna, impulsando así la economía nacional y mitigando los efectos de las sanciones.

Sin embargo, la realidad es que el régimen de Maduro ha contribuido significativamente al deterioro de la economía venezolana a lo largo de los años, con políticas erráticas que han llevado al colapso de sectores clave como el petrolero, la principal fuente de ingresos del país. La falta de inversión, la corrupción generalizada y la falta de incentivos para la iniciativa privada han debilitado severamente la capacidad productiva de Venezuela.

Es importante recordar que la autarquía no es una solución aislada, sino que requiere de un plan integral que aborde las deficiencias estructurales del país. Promover la autarquía sin abordar la corrupción, la ineficiencia estatal y la falta de transparencia solo perpetuará los problemas existentes y podría agravar la crisis económica y humanitaria que vive Venezuela.

Además, la autarquía plantea desafíos logísticos y operativos significativos, especialmente en un país donde la infraestructura se encuentra en estado de abandono y la capacidad productiva está seriamente mermada. Sin inversiones y sin un cambio en las políticas gubernamentales, la autarquía corre el riesgo de convertirse en una medida meramente simbólica, incapaz de abordar las necesidades reales de la población.

En conclusión, si bien la autarquía venezolana podría presentarse como una opción en tiempos de crisis, su viabilidad y efectividad dependen en gran medida de las acciones concretas que el régimen de Maduro esté dispuesto a tomar para impulsarla. Sin un cambio profundo en las políticas económicas y una verdadera voluntad de reforma, la autarquía corre el riesgo de convertirse en otro capítulo más de la gestión fallida de la economía venezolana.